sábado, 6 de noviembre de 2010

La globalización de los procesos productivos ha modificado radicalmente las estructurales-laborales, propiciando la polarización y el valor del factor trabajo. En este sentido, los avances tecnológicos han inducido, por una parte, al desarrollo de una fuerza laboral capacitada en diferentes niveles, y por la otra, a la homogeneidad de las actividades que desempeñan grupos de trabajadores y empleados como complemento de procesos productivos en los que se utilizan tecnologías medias de "punta" u otros que realizan funciones de poco valor agregado, especialmente en el sector servicios, empleo que también requieren de un conocimiento técnico mínimo. Por otra parte, la llamada cultura de empresa, alimentada por las grandes empresas, ha atenuado las diferencias entre sus trabajadores y empleados en los diferentes continentes.
Asimismo, la polarización laboral ha ampliado considerablemente la brecha tradicional existente entre las percepciones de los niveles directivos de las empresas y sus trabajadores y empleados; así por ejemplo, en Estados Unidos el Instituto For Policy Studies, entidad privada con sede en Washington, D.C. y la organización independiente "que promueve la reducción de las injusticias en la economía de Estados Unidos", han señalado que en ese país los ejecutivos de las corporaciones privadas ganaron en 1999 en promedio 475 veces más que los trabajadores; además de que los primeros obtuvieron atractivas opciones de inversión y otros beneficios (prestaciones). Aunque las diferencias en percepciones entre estos dos niveles son menos extremas en otros segmentos de la fuerza de trabajo, es evidente que en Estados Unidos y en gran parte de las economías del mundo, los mayores niveles educativos de los recursos humanos, en general, y en particular, su capacitación, son factores relevantes para facilitar la movilidad laboral y para elevar su ingreso, así como para incrementar la productividad de las compañías.

Paralelamente, se acepta que la acumulación del capital humano en las empresas debe generarse mediante la capacitación en el trabajo, ya que con este tipo de esquemas se prepara a la mano de obra para manejar tecnologías específicas y para resolver problemas cotidianos que se presentan en la producción de bienes y servicios. Por otra parte, en múltiples firmas se busca que la capacitación fuera de éstas tenga una vinculación efectiva con los procesos productivos.
En un entorno de mercados laborales flexibles, particularmente el que se registra en naciones avanzadas y, en menor proporción, en las de desarrollo intermedio, las empresas enfrentan la disyuntiva de capacitar a sus recursos humanos internamente o externamente para actualizarlos y para que puedan desarrollar sus funciones al ritmo que marca la sinergia de las innovaciones tecnológicas y las transformaciones de los mercados, o buscar capacidades laborales de manera temporal o permanente fuera de las compañías: out sorcing. En la práctica la decisión de un enfoque interno o externo, o la combinación de
Ambos, la determinan los costos de transacción.
El manejo estratégico de los recursos humanos bajo ambos esquemas es hoy día un elemento fundamental para crear y desarrollar ventajas competitivas en las empresas, porque éstos se han constituido en una variable directamente vinculada a la eficiencia global la planta productiva.
Se considera que cuando una empresa centra sus programas de capacitación internamente, debe asegurarse de que tenga la suficiente capacidad para "monitorear" que las habilidades desus empleados se desarrollen correcta y eficientemente. En enfoque "hacia adentro" tiene la ventaja de una mayor estabilidad y predictibilidad en la capacitación y puede favorecer la reducción de costos fijos y administrativos, a la vez dar flexibilidad organizacional y el uso más amplio de mano de obra especializada cuando se dispone de ella.
La inversión en la capacitación de los recursos humanos internos se justifica en términos de su mayor productividad futura; no obstante, si esta última no sobrepasa el costo de inversión, la empresa se verá precisada a contratar mano de obra en el exterior. Otro elemento de juicio para la capacitación interna se refiere a que ésta contribuya efectivamente al fortalecimiento de las capacidades básicas de la empresa y de que exista disponibilidad en el mercado de mano de obra específica que pueda requerir en un momento dado, así como de los mecanismos adecuados para contratarla.
La introducción de tecnologías avanzadas, sobre todo las que Sustituyen actividades manuales por las que requieren del conocimiento, y que no necesitan un complejo y prolongado adiestramiento del personal, suelen derivar en sustanciales incrementos de los rendimientos de este último, y del valor agregado total. Por lo demás, que las empresas permitan que sus empleados tengan participación en la toma de decisiones sobre los programas de capacitación puede impulsar su compromiso con las mismas y a la vez evitar problemas de rotación de personal y/o que éste pueda "vender su talento" a un tercero.


Por su parte, las firmas que dan énfasis al out sourcing con frecuencia resuelven problemas de falta de capacidad en el corto plazo, sin embargo, corren el riesgo de poner en entredicho su desarrollo en el mediano y largo plazo. También el out sorcing puede desencadenar efectos negativos en el personal de las empresas que recurren a esta fuente, debido a que se debilita el compromiso y confianza del mismo, sobre todo cuando entorpece su promoción.
El out sourcing tiende a utilizarse de manera creciente por las empresas como un instrumento para abatir costos fijos en labores que no están vinculadas con su competitividad; administrativas, de mantenimiento y de limpieza, entre otras; empero que al darle mayor flexibilidad operacional refuerza indirectamente la competitividad, principalmente porque se pueden dedicar más fondos para fomentar a esta última. En este ámbito, el out sorcing está teniendo arraigo en compañías pequeñas sin capacidad financiera para contratar personal de tiempo completo en diversas actividades.
Por otro lado, la OCDE indica que durante los noventa se observó entre sus miembros una tendencia de movilidad de los recursos humanos hacia el segmento de actividades de autoempleo, incluso la tasa de crecimiento de estas últimas fue superior a la del empleo en general en el periodo indicado, especialmente en Alemania y Canadá. El autoempleo se ha manifestado con mayor vigor en la intermediación financiera, en el sector inmobiliario y en los servicios comerciales y personales.
Los individuos que se auto emplean lo hacen fundamentalmente como una reacción a la rigidez de los esquemas laborales prevalecientes en las empresas; igualmente el autoempleo re- presenta un mecanismo para eludir o atenuar los elevados niveles impositivos existentes en las diferentes economías de la OCDE (falso autoempleo).
La OCDE considera que es limitado el número de personas desempleadas que eligen el camino de autoempleo y que las condiciones laborales en este último sector son menos favorables en relación a las que prevalecen en las empresas; así por ejemplo, la jornada de trabajo es más larga y puede extenderse a los fines de semana o días festivos; no cuentan con prestaciones sociales; existe una mayor incertidumbre en cuanto a que pueda mantenerse el trabajo; los programas de capacitación y los bienes de capital utilizados son más limitados. No obstante, los autoempleados manifiestan un mayor nivel de satisfacción en relación con su trabajo; un control más amplio de su entorno, y en general, mayor independencia, aunque sus remuneraciones sean inferiores a los de los empleados en las compañías.
En el segmento de autoempleo las labores de una persona frecuentemente se complementan con la contratación de terceros o se apoyan en familiares que no necesariamente reciben un pago por su trabajo.
El autoempleo también se experimenta vía los esquemas de Franquicias, que suelen proporcionar a los adquirentes de las mismas experiencias en el manejo de negocios de diferentes dimensiones; los que reciben la franquicia aportan su trabajo y financiamiento, principalmente. El sistema de franquicias en los países de la OCDE significa alrededor de 2.0% de su PIB.
Los cambios organizacionales y la transformación que experimentan los recursos humanos en la globalización también se están profundizando en economías de naciones de desarrollo intermedio como México y varias del Sudeste Asiático en las cuales la mano de obra está adquiriendo mayor capacidad tecnológica con remuneraciones menores a la que percibe la de los países industrializados, y con ello, logran mayor participación en el PIB mundial.
Las tendencias laborales en la globalización apuntan a un cambio ambivalente en el capital humano, que por un lado es fuente de riqueza, y por el otro, de inestabilidad social, esto último determina que empresas y gobiernos precisen canalizar más recursos al adiestramiento y a las remuneraciones al factor trabajo para evitarla.
LA NUEVA ETAPA DE INTERNACIONALIZACIÓN DEL MOVIMIENTO LABORAL
Las protestas que escenificaron decenas de miles de activistas pro derechos humanos en la III Junta Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC'1. en Seattle, Washington- en diciembre de 1999, representando a organizaciones laborales, ambientalistas y defensoras de los consumidores de diversos países, entre otras, marcaron un hito en la lucha de estos grupos contra la extrema polarización económica, social y política y el deterioro del medio ambiente que la globalización ha creado en el mundo. Las manifestaciones de repudio a la "globalización incontrolada" se han repetido en diferentes foros internacionales.

En este marco, en la revista Foreing Affaires del bimestre enero-febrero del 2000, patrocinada por el Departamento de Estado de Estados Unidos, aparece un artículo de Jay Manzur (JM) presidente del Comité de Asuntos Internacionales de la AFLCIO, la central laboral estadounidense de mayor tamaño, con 13 millones de afiliados, en el que señala que las protestas mencionadas constituyen expresiones de la alianza que han establecido el movimiento laboral a nivel internacional con diversos grupos defensores de los derechos humanos (ecologistas, religiosos y de consumidores, principalmente) contra las fuerzas globalizadoras que exaltan la desregulación económica como un mecanismo que promueve las grandes corporaciones en su beneficio y que socava las estructuras sociales al ignorar las preocupaciones legítimas de la población y que con la creciente inequidad en la distribución del ingreso y en las oportunidades educacionales se propicia una peligrosa situación de inestabilidad social.
Así la contraparte de los globalizadores propugna por la reconstitución de los derechos laborales, la protección ambiental y que ambos conceptos sean incluidos en las negociaciones comerciales internacionales. Los planteamientos de JM de alguna forma tienen un carácter populista vinculado a la reivindicación del sindicalismo estadounidense que ha perdido fuerza política y membrecía; por lo demás, se considera que el nuevo internacionalismo laboral de JM encubre, vía la defensa de los derechos laborales en la economía global, un proteccionismo para la fuerza de trabajo de Estados Unidos que cada día enfrenta con mayor vigor la competencia de los bienes y servicios importados; sobre todo de las naciones emergentes que utilizan mano de obra intensiva a costos reducidos. JM también apoya a los trabajadores para que tengan participación en la propiedad de las empresas y puedan elevar su poder adquisitivo, lo que se traduciría en una demanda nueva que absorbería la capacidad excedente que se observa en los mercados globales.

No obstante que los puntos de vista de JM no dejan de ser polémicos, representan un importante testimonio de los efectos adversos que la globalización está provocando en las condiciones de vida de miles de millones de personas en el planeta. Tampoco se puede negar que en el mundo global un número creciente de trabajadores son marginados de los beneficios de la integración de los mercados; en este ámbito, la UNCTAD apunta que el fenómeno de la globalización ha acentuado a niveles sin precedentes la inequidad entre países, y dentro de éstos, la de sus diversos grupos sociales; hoy día los activos de las doscientas personas más ricas del mundo son superiores al ingreso conjunto de más de dos mil millones de individuos que habitan en diversas naciones. "Las ínsulas de riquezas contrastan marcadamente con el mar de miseria existente y que en el pasado han sido el preludio de revueltas sociales". JM repetidamente observa que las grandes empresas de pocos países, que fijan las reglas y las condiciones para los mercados, obtienen de manera desproporcionada los beneficios de la economía globalizada; que el grueso de las transacciones de comercio e inversión se lleva acabo entre naciones industrializadas dominadas por firmas globales que controlan tres cuartas partes de la exportación mundial. Asimismo, los flujos financieros internacionales realizados por inversionistas privados sobre pasan al monto de los fondos públicos destinados al desarrollo ya la ayuda a países; el 80.0% de la Inversión Extranjera Directa (IED) en economías en transición y en las emergentes se orientaron a sólo veinte naciones en los noventa, entre las que descolló China.

JM consigna que el sustancial incremento que registraron las corrientes de comercio entre 1980 y 1996 no se reflejó en un avance uniforme de la economía global; sólo 33 países experimentaron un adelanto superior a 3.0% anual en ese periodo y en 59 el ingreso per cápita de su población declinó. Hoy día en 80 naciones su población tiene un ingreso per cápita inferior al que obtuvo una década atrás; paradójicamente sus economías se encuentran bastante integradas al comercio mundial a través de transacciones de diversos commodities cuyas cotizaciones manifiestan recurrentes altibajos en los mercados internacionales, hecho que se traduce en millonarias pérdidas de puestos de trabajo, los cuales en una economía global cada vez son más difíciles de reponer por parte de los gobiernos, lo que obliga a que los desempleados escindiéndose de sus familias, emigren en forma masiva a terceras naciones en donde frecuentemente obtienen trabajos en condiciones de subsistencia.